Raíces Doradas

Raíces Doradas es una exposición que nace del reencuentro con mi identidad. A través de la pintura, rendí homenaje a mis raíces granadinas y al flamenco, un arte que siempre estuvo presente en mi vida pero que durante mucho tiempo no supe valorar del todo. Esta muestra fue una forma de agradecer, de mirar hacia atrás con orgullo y de reconocer la fuerza de aquello que me ha construido.

20 AÑOS 2024

OBRAS
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Casa de Zafra

Albaicín Granada
Albaicín Granada@albaicingranada
Artículo sobre Raíces Doradas
Ayuntamiento de Granada
Ayuntamiento de Granada@aytogr
Publicación Inauguración Raíces Doradas
Granada Digital
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Artículo sobre Raíces Doradas | La Casa de Zafra acoge la muestra 'Raíces doradas' de la diseñadora granadina Coral Cañizares

Raíces Doradas era una exposición que llevaba clavada dentro desde que era pequeña. Mis primeros cuadros fueron sobre flamenco, y desde entonces supe que algún día haría una muestra en honor a todo lo que este arte representa para mí. Ya con Sentimientos de un pincel descubrí lo mucho que me atraía el retrato, pero ahora quería ir más allá: mantener la fuerza expresiva, pero con una estética más moderna y, al mismo tiempo, respetuosa con la tradición. Así nacieron estos retratos expresorealistas, un estilo que combina realismo con trazos cargados de emoción y energía.

Antes de su inauguración oficial en Granada, Raíces Doradas tuvo una primera presentación en Friburgo (Alemania) en septiembre del año anterior. Fue un formato reducido, pensado como adelanto exclusivo para artistas invitados. A pesar de la distancia cultural, las obras lograron emocionar al público alemán, demostrando que la fuerza del flamenco y de la expresión visual trasciende fronteras.

La exposición se celebró en la Casa de Zafra, bajo la Alhambra, un lugar idílico que hizo que cada obra respirara historia y pertenencia. Las piezas reflejan la raíz de Granada, representada a través de un mosaico de pan de oro inspirado en meses de estudio de los patrones de la Alhambra. Todas las obras eran retratos al óleo en blanco y negro sobre pan de oro, de 70×50 cm, salvo la obra central: un cuadro de 150×200 cm en homenaje a mi madre y mi abuela. Esta exposición no era solo para mí, sino para los artistas que me han acompañado desde siempre, muchos de ellos familia. Fue mi forma de darles las gracias por su arte, por su legado, y por haber elegido este camino valiente.

Raíces Doradas fue una etapa que se completaba. Un acto de agradecimiento y de reconciliación con mis orígenes. Aunque la pintura sigue presente en mi vida (y siempre lo estará), esta exposición marcó un punto y aparte. Un ciclo que se cierra para dar paso a una etapa más personal, más libre, donde el arte sigue, pero ahora al servicio de mí misma. Y quién sabe… quizá no sea un adiós, solo un “hasta luego”.

Raíces Doradas